CALCUTA

 

Tras un corto vuelo de un par de horas dejaba el sureste asiático para entrar en el subcontinente indio. Empezaba así la second leg de mi asian tour 2011.

Sin grandes monumentos mogoles como Delhi, ni un frente marítimo como Bombay; el primer estereotipo que casi todo el mundo tiene del la llamada ciudad de la alegría, es la miseria mas extrema, la suciedad y la enfermedad. Y también la labor de organizaciones no gubernamentales y voluntariado. Como la de la Madre Teresa.

Si bien la ciudad puede parecer asfixiante al no tener el desahogo que Bombay tiene con el mar; es una de las ciudades indias con mas vitalidad; caótica y contaminada, pero dinámica y vibrante. Al igual que en Bombay, en el centro de Calcuta no hay vacas (imagino que el terrorífico tráfico ha aconsejado a la municipalidad retirarlas de la vía pública); muchas calles tienen aceras, y los autorickshaws (triciclos motorizados) también tienen muy limitado el acceso al centro, donde exclusivamente operan los taxis de cuatro ruedas. Otra de las imágenes propias de Calcuta son los palanquines. Aun existen estos serviles medios de transporte público en los que el porteador arrastra con sus brazos y la tracción de sus piernas un carro en el que pueden viajar dos ocupantes. Un sistema de transporte que puede dar la imagen de afectar a la dignidad del porteador que prácticamente actúa como un animal de tiro; pero que por otro lado constituye la única posible fuente de ingresos para estas personas y su única vía de subsistencia.

La zona de Sudder street se ha convertido en el lugar de encuentro de los mochileros de presupuesto ajustado y voluntarios de larga estancia. Es una Khao San en versión india. A grandes rasgos allí como pasa en Khao San se han concentrado toda una serie de guest houses económicas, pequeños restaurantes, pequeñas agencias de viajes, cambistas de dinero y cibercafes; además de la legión de taxistas habituales que reclaman que les reclames sus servicios. Todo lo que el mochilero medio puede necesitar. Pero allí a diferencia de Khao San road no hay discotecas, ni clubs de música en directo, ni restaurantes snob con velitas, todo es rancia y decrépitamente indio; tampoco hay demasiadas concesiones al paladar occidental (salvo un escondido restaurante italo-español (Spanish-raj) donde preparan un gazpacho delicioso. Y a las 11 de la noche no queda por la calle ni el sereno.

Los mas «juerguistas» se recluyen en las azoteas de algunas de las guest houses como la Modern Lodge (donde ocupé la privilegiada habitación 21 en la misma azotea, en frente de la habitación en la que una amiga pasó un par de meses allí).

En esas terrazas el inglés, el francés y en segundo termino castellano y alemán sirven de soporte a las conversaciones viajeras de viajeros que o están a punto de irse de India (como gran ciudad, Calcuta es puerta de entrada o salida) y que cuentan sus vivencias recientes, o bien (como mi caso) acaban de llegar.

Las cervezas compradas en un badulaque, el hashish comprado a algún sadhu, fruta, y sobretodo agua que ha perdido todo el frescor por la abrasadora calor acompañan las conversaciones. Mi vecino, el de la 20 toca un pequeño repertorio de canciones inglesas y francesas con su guitarra. El calor que hace en la habitación no invita a abandonar esas tertulias hasta entrada la noche.

Calcuta es la ciudad donde la Compañía de Indias británica desembarcó por primera vez, y fue la puerta de entrada a la colonización del subcontinente. Entonces no era mas que un pequeño puerto de pescadores en el que se rendía culto a la diosa Kali, la diosa mas temible del olimpo hindú; siempre representada con un collar de cabezas humanas y una provocativa lengua stoniana.

Hasta la creación de Nueva Delhi a principios del siglo XX, Calcuta fue la capital de la joya de la corona y donde residía el gobernador. Y casi todos los edificios de carácter monumental de la ciudad, son naturalmente británicos.

El mas visitado y mas apreciado por los habitantes de Calcuta es el Memorial que los ingleses edificaron en honor a la reina Victoria; un ecléctico edificio de predominancia neoclásica pero con ciertas reminiscencias mogoles que se emplaza en el centro de la ciudad ante un inmenso parque de césped. Pintoresco resulta también el curioso palacio de Mármol, una villa privada de algún noble británico construida muy al estilo de las grandes villas paladianas, y con una decadencia encantadora y entrañablemente india. Entre los cuadros propiedad de esta familia de nobles un Rubens y un Murillo!.

Pero hay otra Calcuta mas india y no tan inglesa. Bajo el puente que cruza a la estación de Howraj hay un colorista y animadísimo mercado de flores donde exprimir las posibilidades de la cámara; en el norte hay un barrio de escultores que al igual que los falleros, trabajan todo el año realizando esculturas de deidades de paja y barro para la celebración de la Durga en la que estas imágenes terminaran sumergidas en el fondo del río. Hay también unos templos jainistas que han substituido el tradicional mármol por espejos.

Pero quizás el lugar mas auténtico de la ciudad sea el templo de Kalighat, un templo bastante feo, con la cubierta curva típica de la arquitectura bengalí, pero pintada en un plateado sideral que confiere a la edificación mas una imagen de nave cósmica que de templo hindú. Centenares de hindúes se agolpan para poder entrar en el sancta santorum, donde se exhibe una imagen de una deidad mas fea aun si cabe que el propio templo. La «moreneta» hindú (Kali)se representa con una simple cabeza negra y tres ojos rojos, y una extraña dentadura metalica de la que cuelga una larga lengua. Realmente sin ser hinduista, la representación de la deidad da miedo.

Para moverse por Calcuta, lo mas operativo es el metro; solo hay una línea pero recorre la ciudad de norte a sur de manera bastante eficiente, y es la mej9or manera de sortear el caótico tráfico de la ciudad. Otra alternativa mas escénica e igual de barata son los barcos que enlazan distintos muelles a lo largo del río.

2 respuestas to “CALCUTA”

  1. nuria Says:

    molt maco el relat Ger, es nota que és el primer dia a l’india…!!!

  2. A.L. Says:

    Como dice Nuria, muy buen relato Germán de mi añorada Calcuta. Me has hecho regresar allí una vez más aunque sé que nunca me he ido. Una cosita, no pasé un par de meses en mi bungalow rosa sino un total de unos 6 meses. Y espero poder pasar unos cuantos más… algún día…

    Sigue disfrutando del viaje y poniéndonos a todos los dientes largos.

    Un besazo.

    PD.: espero fotos 😉

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